El dux del fin del mundo
José Zoilo HernándezTantos años después, tras haber sido guerrero, matón, esclavo, criador de caballos e incluso tabernero, al fin he encontrado la paz que perseguí ignorando que únicamente podría hallarla buscando en mi interior. Tantos años después, apoyado en el alféizar de mi ventana, veo como las primeras lluvias del invierno caen alegres sobre la tierra sedienta que celebra el fin del estío, mientras los niños corretean, ajenos al frío que comienza a soliviantar mis viejos huesos. Juegan risueños, despreocupados, y pienso con orgullo que el que a su temprana edad aún ignoren lo que es el miedo es, en parte, gracias a mí. Pronto se escucharán los gritos de sus madres, llamándolos para que regresen al hogar, cambien sus ropas empapadas por otras secas y se calienten alrededor del fuego. Y verlos felices y seguros calentará también mi corazón.